El retrato es una de las facetas más representativas de la fotografía, que es el arte que aquí nos ocupa, pero ésta no aparece hasta el primer tercio del siglo XIX, y la gente ya quería dejar constancia de su paso por la vida. Voy a dar una breve pincelada de como empieza el retrato a ser tal. Se sabe que los griegos eran maestros del realismo que se manifestaba en algunas descripciones de sus pinturas. Lamentablemente su obra se ha perdido casi toda. Los retratos más antiguos que se conservan son “Los retratos del Faiyum” que son de la época en que se escribió el nuevo testamento, allá por el siglo I. Los pintores eran griegos egipcios.
Los griegos se habían establecido en Egipto desde la conquista de Alejandro Magno, cuatro siglos antes. Los retratos del Faiyum se hallaron a finales del XIX en la provincia de EL Faiyum. Fueron descubiertos en necrópolis porque se pintaban con el fin de acompañar a la momia de la persona retratada cuando esta moría. Eran retratos de identificación -como fotos de pasaporte- para el viaje de los muertos con Anubis, el dios con cabeza de chacal, hasta el reino de Osiris, a fin de que sus integrantes anímicos, es decir, su ba (alma o espíritu móvil) y su ka (fuerza vital), pudieran reconocerle en el momento de reencontrarse de nuevo con el cuerpo del que habían formado parte en vida. Eran imágenes destinadas a permanecer bajo tierra. Ello significaba una relación especial entre el pintor y la persona que posaba. Esta no era todavía un modelo, el pintor no era todavía un medio para alcanzar la gloria futura. Al contrario, los dos, ambos vivos en aquel momento, trabajaban juntos en la preparación para la muerte, que aseguraba la supervivencia. Pintar era dar nombre, y tener un nombre era garantía de continuidad. Los retratos de El Faiyum constituyen un retazo de esa historia interior, una mirada congelada en un espacio y tiempo concretos, retratos de personas desaparecidas que nos observan a través de un mundo, el suyo, hoy inexistente.
En la aplicación del color sobre soporte de madera podían utilizarse diversas fórmulas. Las más comunes eran la disolución del pigmento en cera licuada y desleído previamente en un poco de aceite, proceso conocido como "encáustica", o bien la "pintura al temple" en la que se utilizaba como aglutinante la clara de huevo o grasa animal, tras haber desleído el color en agua.
Personalmente me fascina comprobar que el retrato de la imagen insertada, bien pudiera estar dibujado hace un mes con un bolígrafo o con carboncillo. Desde luego es muy curioso poder comprobar que hace 2000 años éramos iguales, y que tambén era necesaria una foto-carnet para poder viajar. No menos curioso es que el retrato les diera una continuidad el dia del viaje en la muerte, una foto hoy tambien es una continuidad o más bien una perpetuidad para que el dia de nuestro propio viaje nuestros seres queridos tengan un microsegundo de nuestra vida.
En la aplicación del color sobre soporte de madera podían utilizarse diversas fórmulas. Las más comunes eran la disolución del pigmento en cera licuada y desleído previamente en un poco de aceite, proceso conocido como "encáustica", o bien la "pintura al temple" en la que se utilizaba como aglutinante la clara de huevo o grasa animal, tras haber desleído el color en agua.
Personalmente me fascina comprobar que el retrato de la imagen insertada, bien pudiera estar dibujado hace un mes con un bolígrafo o con carboncillo. Desde luego es muy curioso poder comprobar que hace 2000 años éramos iguales, y que tambén era necesaria una foto-carnet para poder viajar. No menos curioso es que el retrato les diera una continuidad el dia del viaje en la muerte, una foto hoy tambien es una continuidad o más bien una perpetuidad para que el dia de nuestro propio viaje nuestros seres queridos tengan un microsegundo de nuestra vida.
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